sábado, 23 de abril de 2016

Reflexiones de sábado...


¿Cuántas veces es lícito decir que "es la última vez"? ¿Hasta cuando podemos aguantar situaciones complicadas y sin solución? ¿Cuál es la gota que colma nuestro vaso? ¿Por qué a veces traicionamos nuestros ideales? ¿Por qué cedemos en situaciones en las que no deberíamos hacerlo? ¿Por qué nos empeñamos en luchar por algo que lleva roto mucho tiempo? ¿Por qué intentamos confiar en aquellos que nos han traicionado? ¿Por qué intentamos evitar lo que nos hace felices? ¿Por qué nos da tanto miedo el cambio? 


Preguntas sin respuesta...




Siempre...



LdC*

sábado, 16 de abril de 2016

El dilema del laberinto


Entro, camino, giro a la izquierda, sigo recto. Ahora escojo la derecha, a la izquierda otra vez, recto y dos veces más a la izquierda. En un cruce, elijo seguir recto... 

Tomo caminos y direcciones al azar.  Me pierdo una y mil veces. No sé por donde seguir. He girado tantas veces que no sería capaz de volver al principio. Me agobio. Noto como que me falta el aire pero sigo caminando, cada vez más deprisa aunque sin tener muy claro qué busco o qué quiero encontrar. 

Parece que intuyo algo de luz. Trato de seguirla, cada vez está más cerca. Incluso parece que la brisa roza mi piel. Me imagino cómo se tiene que sentir alguien al salir de una prisión en la que lleva mucho tiempo encerrado, ese momento en el que vuelve a ver la luz y siente el aire por primera vez en años. 

Pero no. De nuevo tomo direcciones equivocadas. Giro a la derecha, recto, y dos veces más a la izquierda... 

Estoy en el principio. He vuelto al lugar de partida. He regresado al inicio así que tengo que volver a empezar. A tomar un camino, pensar en el otro. Tomar una decisión y meditar sobre si es o no la adecuada... Y, cuando vuelvo a percibir la luz y la brisa, corro tanto que al final vuelvo a la entrada.

Ese laberinto que antes era de cartón, se ha tornado irrompible, inquebrantable, infinito. Anteriormente pensaba que se podría romper, que era tan débil que sería capaz de hacer que cayera para ver el final con claridad. Ahora es tan rudo y fuerte que me siento atrapada, sin salida. Por más que giro y vuelvo a girar siempre aparezco en el mismo lugar, sintiendo y pensando lo mismo y sin ser capaz de resolver el acorde disonante.

Quizás no sea el laberinto, sino los ojos que lo miran.




Siempre...




LdC*


sábado, 9 de abril de 2016

¿Matar o morir lentamente?


Te levantas, vas al baño, desayunas, ducha, vístete, lávate los dientes, la cara... todos los días sigues una rutina. Cada paso está programado, cada día es similar al anterior. Pero cada día tiene algo diferente. Es un día nuevo, un día en el que las cosas pueden cambiar. Para mejor o para peor, pero pueden cambiar. Nada es fijo, nada es permanente, nada es perenne.

En esa rutina, en ese día tras día, paso tras paso, tomas decisiones porque sí, porque crees que son las más adecuadas y las más morales, sin pensar demasiado en las consecuencias. Y te das cuenta de que cada día caminas sobre un hilo muy fino, tratando de hacer equilibrios mientras todos a tu alrededor trata de tirar balones para que pierdas la poca estabilidad que tienes y desmoronar tu mundo.

Ese hilo está a punto de romperse y tú has intentado una y otra vez hacerlo más fuerte. Has intentado reforzarlo cuando estaba tan fino que incluso una pluma podría romperlo. Lo has atado hasta con doble nudo, tratando de olvidar que apenas podría sujetar una mota de polvo. 

Y un buen día se rompe. Mejor dicho, lo cortas. Ese día lo cortaste con unas tijeras a pesar de la angustia que sentías al hacerlo. Pero días después te dolió tanto cortar algo por lo que habías luchado tanto que intentaste recomponerlo, aunque después te dieras cuenta de que es cuestión de tiempo que caiga por su propio peso. 

Aquel día que lo volviste a atar, un amigo te dijo "¿sabes cual es la diferencia entre matar y morir lentamente? Que, a priori, matar parece más doloroso pero, a la larga, morir lentamente es mucho peor". 

Hoy entiendes que, quizás, no eres tu quien está matando ni dejando morir nada. A lo mejor quien lo hace es la persona que camina contigo en ese hilo. Que no hace los mismos malabares que tu para mantenerse arriba y que, además, te ha defraudado tantas veces que se te hace imposible llevar la cuenta. 

Hoy comprendes que morís lentamente.




Siempre...





LdC*


lunes, 4 de abril de 2016

viernes, 1 de abril de 2016

Destino


He decidido caminar. 

Hace tiempo decidí caminar, caminar por el sendero que elegí e intentar no mirar atrás. No machacarme por lo hecho y por lo no hecho porque eso sólo sería tener la cabeza en el pasado mientras el presente discurre a mi alrededor sin yo apenas apreciarlo.

He decido no presionar al tiempo porque, dicen, que es muy sabio y acaba poniendo cada cosa en su lugar. Que al final "todo se resolverá".

No creo en el destino, pero estoy muy segura de que hay cosas que han de ocurrir y, si es así (estoy segura de que así será), llegarán. Por lo que no voy a preocuparme más de la cuenta y trataré de mantenerlo (-te) en mente en cada paso que doy, sin dejar nunca de disfrutar de las vistas que me regala el recorrido.

Quizás cuando decida que ya es hora de torcer, que mi sendero se ha acabado y tengo que comenzar a recorrer otro; el camino de aquellos con los que me quiera encontrar haya tomado otro rumbo o que, simplemente, ese no sea el momento para ellos. Es un riesgo que debo asumir y lo asumiré con todas las consecuencias. Porque quizás sea demasiado tarde. Pero lucharé, y lo haré con todas mis fuerzas.

Pero es que para cerrar una puerta uno debe estar totalmente decidido a hacerlo, tiene que estar completamente seguro de que eso debe ser así, ha de buscar la llave adecuada para poder meterla en la cerradura y no tener la necesidad de volver a abrirla.

Y después, sólo después, ser capaz de buscar una nueva llave, una que en realidad no es nueva, que ya tiene en su llavero, que la ha tenido durante todo este tiempo pero que ha esperado a que llegase el momento oportuno para poder utilizarla. 

Esa "nueva" cerradura puede estar oxidada, que la llave ya no valga. 

Pero no importa porque "hasta que no pone fin no acaba la película".



Siempre...



LdC*