viernes, 15 de febrero de 2019

Armaduras


Las armaduras sirven para protegerte, para que las personas contra las que luchas no puedan dañarte ni darte un golpe tan fuerte que nunca llegues a recuperarte de él.

Protegen, aunque no permitan que muestres tus cualidades: tu figura, tu rostro, tu forma de vestir, las reacciones de tu mirada...

Sin embargo, algunas veces uno de esos adversarios llega tan de repente que hace que, poco a poco, creas que ya no necesitas la armadura. 

Que bajo ningún concepto podría hacer sangrar alguna de tus heridas, no sería capaz de arrebatarte ninguno de tus órganos.

Y te la quitas. Poco a poco. 

Esa aspereza que mantenías cuando estabas protegida, desaparece. La frialdad que el hierro transmitía, se ha ido. Las caricias han hecho que la coraza sea invisible, que creas que no la necesitas más.

Te muestras tal y como eres. Sin filtros. Sin máscaras.

Sólo tu.

A cambio llegan las sonrisas, los abrazos, la amistad, los "tequieros". 

La vulnerabilidad.

Pero cuando más vulnerable eres, más fácil es que los demás guarden un cuchillo bajo el brazo. 

Y te repites que nunca debiste quitarte la armadura, que se está mejor con ella. 

A salvo.

Protegida.






Siempre...






LdC*

No hay comentarios:

Publicar un comentario