lunes, 2 de mayo de 2016

El equilibrio es imposible


Desde hace tiempo mi cabeza da vueltas. Y cuando una cabeza no para de pensar, al final puede enfermar.

Hace días decidí no empujar al tiempo, que éste es sabio y, al final, pondrá cada cosa en su lugar. Sin embargo día a día, mis actos confabulan para tratar de no olvidar ciertas historias que me hicieron feliz aunque también me dieron momentos de intranquilidad. Actos que que realizo de forma incondicional: llueva, truene, e incluso cuando sale el sol. 

Tiempo atrás hablaba de que esto hará que enloquezca, de que no es sano, no es bueno. Pero hace que sienta a las personas más cerca de mi. Que aunque estén lejos (y no sólo en la distancia sino también a nivel emocional) sienta que estamos mirando la misma luna y que el mismo sol, con el mismo cielo se levanta sobre nuestras cabezas cada día.

Pero soy consciente de que el vaso de esas personas rebosa. Que llega un momento en el que no pueden más y desean tirar todo a la papelera. Que, a pesar de sus esfuerzos, la vida toma rumbos que no les gustan pero que, aún así, asumen con la mejor de sus sonrisas.

Y yo mientras he dejado el tren pasar. Ese tren que recorrí cada noche tratando de conocer cada uno de sus rincones. Un tren que sé que perdí para siempre y, si no fue para siempre, perdí una parte muy importante. Perdí al hombre que le echa el carbón. Y todos sabemos que sin combustible un tren no puede caminar.



Siempre...



LdC*



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