miércoles, 14 de diciembre de 2016

Sin respiración


Y por fin te lanzas.

Te lanzas a ese vacío al que llevas asomada meses, mirando sin parar el fondo, imaginando cuán doloroso será el golpe. Y te tiras.

Esta vez sin paracaídas, sin red. Como un funambulista cuando cae del hilo en el que hace peripecias, pero sin seguro, cae directo al suelo.

Y ahora, estando en el fondo, estás tranquila. 

El golpe ha sido doloroso y también todo lo que ha venido después. Pero las heridas sanan. Dicen que el tiempo es sabio, que ayuda a olvidar, que es el mejor cicatrizante y que lo pone todo en su lugar.

Una vez, una buena amiga me regaló un cuadro en el que, en la cara inversa había escrito: "recuerda que siempre hay razones para sonreír". 

Hoy, también hay razones para sonreír.





Siempre...






LdC*





lunes, 7 de noviembre de 2016

La chica de mi vida


¿Te han dicho alguna vez algo que te ha llegado tan dentro que no sabes cómo gestionarlo? ¿has sentido que alguien es muy especial para ti con el simple hecho de haberle mirado a los ojos? ¿amas a alguien tanto como para imaginarte con él el resto de tu vida?

Hace días o semanas, una persona me dijo "eres la chica de mi vida". Esa frase me deja helada, hace que en mi cerebro se produzca un cortocircuito, que me quede sin habla y sin respiración. Y sí, también me produce cierto vértigo. Es una especie de salto al vacío en el que no llevo paracaídas, en el que no hay red, un lugar al que me adentro con miedo, inquietud, excitación y amor, con mucho amor. Trato de no buscarle más significado del que pueda tener un "me encantas" o un "me gustas mucho". Pero lo tiene, y mucho. Al menos para mí. 

Hay palabras que nunca había escuchado antes (o mejor dicho, leído). Y, además, que a alguien no le tiemblen los dedos al escribirlas o la voz cuando las pronuncia, deja bastante claro lo que significan. 

Y sí, ya sé. Muchos diréis "las palabras se las lleva el viento", "esas cosas simplemente se dicen cuando te gusta alguien, para conseguirlo", "ya verás, pasados unos meses ni te acordarás de todo esto". No, no se trata de eso. Esta vez no. 

Cuando no existe la opción de hacer, de poder demostrar con hechos, sólo nos quedan las palabras y éstas tienen mucho más poder del que a veces pensamos: salen de un extremo para clavarse en el otro, recorren cientos de kilómetros para quedarse en la mente de la persona que las escucha. Para siempre. Las palabras consiguen hacer que el otro se estremezca con sólo leerlas, que le lata el corazón más rápido y fuerte que nunca  y que tenga la sensación de que lo está escuchado hasta la última persona de la tierra. Y por mí, que lo escuche. Que sepa que esas palabras hacen que mi mundo tenga sentido, que en mi día a día salga el sol aunque las nubes no dejen que el resto lo vea, que me produzcan paz y armonía y que, pase lo que pase, no quiera dejar de leerlas.

Las palabras se las puede llevar el viento, sí, pero quedan dentro para siempre. Esa sensación ya nadie te la quita y su significado tampoco.

Seré la chica de tu vida. 

Hoy y siempre.









Siempre...








LdC*

viernes, 14 de octubre de 2016

Revolución


Y sí. Hay gente que, sin querer, revoluciona tu vida.

Gracias por revolucionar la mía.












Siempre...








LdC*

domingo, 9 de octubre de 2016

Verte amanecer


Abro los ojos. 

Me quito un par de legañas incrustadas en mi ojo derecho. 


Lo primero que hago cada día al despertar, es mirar el móvil. Y, cada día, los escalofríos se adueñan de mi cuerpo; recorriendolo de abajo a arriba. 

No hay nada más bonito que despertar y sentirte amada; ver que la persona que ocupa tu cabeza el 99% de las horas que tiene el día, lo único que hace es pensar en ti. Entender que hay reciprocidad en todo lo que te pasa por dentro.

Sentir a esa persona cerca aún cuando está a kilómetros de ti.Que hace todo lo posible para que sientas que está a tu lado. ¡Y vaya si lo está! En cualquier momento podría venir a buscarte, sabes que recorrería el mundo por tí, que con tan sólo pedírselo lo haría.

Me encanta despertar cada mañana y ver cómo todo lo que floreció hace un año, aún no ha marchitado. Que la historia no ha hecho más que comenzar.

Escribiremos ese libro de nuestra vida. Juntos.





Y te veré amanecer, cada día.





Siempre...





LdC*

martes, 13 de septiembre de 2016



Hace tiempo que dejaste de pasar de puntillas para dejar tus huellas.










Siempre...






LdC*

lunes, 29 de agosto de 2016

Gracias


Gracias por ser como eres. Por despertarme cada mañana con una sonrisa y saber, aún en la distancia, como alegrarme los días.

Gracias por confiar y creer en mi, por escucharme cuando lo necesito y ayudarme incondicionalmente; porque siempre estás ahí pase lo que pase.

Gracias por no juzgarme, por ser empático conmigo y tratar de entender cada decisión que tomo, por difícil que sea para ti. Y sí, lo sé, las decisiones que tomo no son las que más te gustan. Gracias.

Gracias por hacer que mi verano haya sido mucho mejor de lo que imaginaba, por volver a mirarme a los ojos y no haber cambiado la forma en que lo haces. Porque, después de un año, todo sigue siendo igual cuando te miro.

Gracias por haberte cruzado conmigo y hacer que este año haya sido diferente a todos los demás. Porque tengo la necesidad de saber que estás ahí aunque estemos a kilómetros de distancia.

Gracias por hacer de mi una persona mejor.





Siempre...





LdC*

29/08/2015


Aquella noche cambió sus vidas para siempre.













Siempre...






LdC*

viernes, 26 de agosto de 2016

Diálogo


- Todo se arreglará, ¿verdad? - Le dijo ella mirándole a los ojos como si él tuviera la respuesta a todos sus problemas. Y la realidad era que confiaba en él como nunca lo había hecho en nadie.

- Sí, de una manera u otra, todo se arreglará. - Su mirada penetraba en ella y, con un suspiro, se imaginó despertando a su lado.






Siempre...







LdC*

lunes, 8 de agosto de 2016

Lo que me encantaría decirte


Llévame lejos. A ese lugar donde no existe el miedo, donde las miradas que acuchillan no se clavan en los cuerpos. Llévame allí donde los prejuicios cayeron en el olvido y no existe el bien ni el mal, donde esté lejos de esta realidad y sólo existamos tú y yo.

Abrígame entre tus brazos y hazme feliz con sólo mirarme. Despiértame de madrugada con un beso y un abrazo, de esos que sólo tú sabes dar. Hazme el amor como nadie lo ha hecho antes, juega, acaríciame y hazme cosquillas con tu cuerpo.  Saborea cada parte de mi ser. Susúrrame al oído para hacerme enloquecer y bésame con ternura y pasión para que un escalofrío recorra cada milímetro de mi cuerpo.

Sé el océano donde bañe mis miedos, mis inseguridades y todos mis pensamientos para que, así, pueda liberarme y mostrarme tal cual soy pintando con mis colores en el gran lienzo en blanco que eres.

Quiéreme, día tras día. Enamórame a cada instante clavando tu mirada en mis ojos como aquella primera vez, cuando sentimos que solamente existíamos tú y yo a pesar de estar rodeados de una multitud. 

Nunca te canses de hacerlo. 

Llévame.

Llévame donde pueda ser feliz a tu lado.







Siempre...





LdC*

jueves, 4 de agosto de 2016

Cielo


Me encanta mirar el cielo.

Me gusta mirar hacia arriba y ver brillar las estrellas al lado de una luna que les da luz. 

Y me estremece saber que, estés donde estés, tú también estás bañado por ese manto de estrellas al que yo estoy mirando en este momento. Que la misma luna ilumina tu noche y la mía. 

Que, por lejos que estemos, siempre hay mucho más que nos une que lo que nos separa.

Porque sigue siendo para siempre y para toda la vida.








Siempre...






LdC*

martes, 26 de julio de 2016

Despedidas


Despedidas incompletas.
Que te dejan con ganas,
con ganas de más.

Pero sí, 
sí existe esa mirada.






Amor, a pesar de todo...








Siempre...







LdC*



sábado, 23 de julio de 2016



Se enamoraron.

Aquellas noches  interminables prometían quedarse para siempre en sus pieles; el surco que dejaron fue tan grande que resultó imposible que no quedara marca.

Cada vez que sentían la presencia del otro se estremecían como si una pluma estuviera rozando cada parte de sus cuerpos.

Una sola palabra lograba que olvidaran el mundo que giraba en torno a cada uno de ellos. Podían sumergirse el uno en el otro incluso a kilómetros de distancia, porque cuando estaban "juntos" no tenían necesidad de nada más.

No sabían deshacerse el uno del otro. No querían. 

Sus hilos siempre estarían unidos. 

Sus vidas, también.





Siempre...





LdC*

domingo, 17 de julio de 2016

Ella


Se sentía sola.

Le daba la sensación de que todo y todos a su alrededor obviaban su existencia. Creía que sus sentimientos le eran arrancados, que todo lo que brotaba de sus labios era escuchado en vano, que sus palabras se pronunciaban en balde.

Olvidó vivir por y para ella. Y es que siempre le encantó ayudar a los demás. En realidad se sentía viva al hacerlo. Lo hizo hasta tan punto que se olvidó de su propia vida.

Cuando, un día, sintió la sangre correr por sus venas, cuando el cosquilleo acariciaba su cuerpo, le invadió la culpabilidad.

Siempre se repetía a sí misma, "¿por qué sentirse culpable por algo que deseo?".

Pero ella siempre pensaba en la moral, en el bien y el mal. Su conciencia no era capaz de perdonarle.

Vive torturándose. Viviendo una vida que no sabe si es la que desea. Sabe que debería dejarse llevar, ser capaz de descubrir todo lo que puede florecer de su interior sin miedo, sin barreras.

Algún día tratará de caminar de la mano de alguien para siempre y sin dudas. Aunque ese alguien no esté ahí para ella.

Algún día...








Siempre...






LdC*

miércoles, 13 de julio de 2016

lunes, 4 de julio de 2016

Mi rutina preferida


Y sin querer (o queriendo) formas parte de mi rutina diaria.

Cada despertar y cada anochecer. Cada momento en el que me quedo embelesada "delante" de ti. Diciendo de todo pero sin saber por donde empezar. Muriéndome de ganas. Volviéndome loca a cada instante...

Y una vez más dices que estás agotado, que no puedes más. 

Y otra vez me maldigo por ser tan cobarde.

Eres mi rutina preferida. Esa que me hace perder los papeles. Esa que me hace enloquecer.











Siempre...







LdC*

martes, 28 de junio de 2016

Escribir


Hace días que no tengo la necesidad de escribir...


Hoy vuelvo a necesitarlo...





Siempre...




LdC*

domingo, 19 de junio de 2016

Rotación



Parte de mi mundo gira entorno a ti, y parte del tuyo entorno a mi.






Siempre...





LdC*

jueves, 16 de junio de 2016

viernes, 10 de junio de 2016

Micro relato II


Ella tenía una venda en los ojos, aunque en realidad podía ver a través de ella.


El problema era que le daban miedo los rayos del sol.





Siempre...




LdC*

jueves, 9 de junio de 2016

Micro relato



Estaba parada. 

Esperaba a estar preparada para dar el siguiente paso.








Siempre...




LdC*

jueves, 2 de junio de 2016

Sentir


Tengo ganas de sentir.

De aprender a sentir sin pensar. De tumbarme en la cama, olvidar el mundo y simplemente sentir pudiendo disfrutar de todo lo que acontece a mi alrededor.

Tengo ganas de aprender a guiarme por mis sentimientos. A que las dudas y el remordimiento de toda mi parte más racional no hagan que me torture. A no pensar en lo que vendrá después.

Simplemente sentir.

Sentirme viva dejándome llevar por mis instintos, por mis suposiciones, por la emotividad. Aceptando el miedo de poder caer en cualquier instante, sintiendo el vértigo cuando me asome por un acantilado a miles de metros de altura. Tolerar que la tristeza pueda invadirme y no tenerle miedo. Sentir la tristeza, la oscuridad. Porque sin ella no existe la alegría y ésta no tendría tanto valor. Quiero asumir que sentirse ahogado no es malo, que ocurre al tomar una gran decisión. Quiero sentirlo sin culpa, sin pensar que no hay otro más responsable que yo. 

Tengo ganas de tomar las riendas de mi vida y navegar siendo yo quien maneja el timón. O dejar que el barco navegue a la deriva y sentir. Sentir la brisa del mar y la incertidumbre de no saber a dónde te llevan las olas. Quiero sentir los rayos del sol sobre mi cuerpo mientras disfruto del sonido de las olas y de todo el paisaje.

En definitiva, tengo ganas de dejar hablar al corazón y menos a la razón. Y sentirme bien al hacerlo.








Siempre...






LdC*

miércoles, 25 de mayo de 2016

Para toda la vida


Aunque pase el tiempo. Aunque pasen días, semanas e incluso años. Aunque pasen personas por tu vida e incluso aunque dejes de pensar en mí a diario...

Me conformaré con saber que al leerme, sonríes.




Siempre...




LdC*

lunes, 23 de mayo de 2016

Equilibrio


Hace unos días leí que uno de los secretos para ser feliz es encontrar el equilibrio entre lo que deseas y lo que tienes

En realidad, cuando lo lees dices "bah! qué chorrada" pero en verdad si te paras a pensar sobre la frase tiene cierta parte de razón. 

Creo que, en general, nos pasamos la vida soñando con todo lo que podríamos tener, aquello que podríamos haber sido si..., con esa persona con la que deberíamos habernos quedado... en definitiva, soñando.

Y que quede claro que a mi me encanta soñar, me encanta imaginar cosas, pensar en reencuentros, besos, abrazos, viajes inesperados... pienso que es una de las cosas que nos mantiene vivos. A veces también creo que soñar sólo nos hace enfermar, y otras que en realidad no es tan difícil tener muchas de las cosas que se desean. O, mejor dicho, no debería ser tan difícil. Las trabas, las dificultades y los muros inquebrantables nos los ponemos nosotros mismos. Y el miedo a perder o a ganar nos juega malas pasadas.

Pero si podemos encontrar ese equilibrio, ese punto en el que la balanza se mantiene en el medio, justo en el número 0... entonces será cuando podamos alcanzar la felicidad. No sé si será la mayor de las felicidades, pero casi me puedo aventurar a decir que sí, que será la felicidad plena.

Desafortunadamente, existe el miedo...

¿Que cuál es mi miedo? ¿mi mayor miedo? ¿el más grande?

Perder. Perderlo todo.

Y que, como consecuencia, llegue la soledad. 

Pienso que no hay nada peor que la soledad. 

La soledad... ese gran monstruo.




Siempre...






LdC*

miércoles, 11 de mayo de 2016


Es cierto que las palabras, una vez se pronuncian, no vuelven jamás. Sin embargo, tengo la suerte de que todas ellas se guarden en mis recuerdos y que pueda volver a ellas una y otra vez. Todas las veces que sea necesario.

Porque sí, las palabras, las oportunidades y el tiempo no vuelven jamás, se las lleva el viento...

Pero los recuerdos... Los recuerdos permanecen para siempre, para toda la vida.





Siempre...




LdC*

domingo, 8 de mayo de 2016

¿A que no sabes dónde he vuelto hoy?



Me encanta recorrer el pasado, sobre todo cuando trae buenos recuerdos. Aunque, a veces, aquellos también nos dieron momentos de desesperación y ganas de desaparecer. Pero nuestra mente es sabia y, al final, siempre se queda con todo lo bueno vivido. 

Volver a escuchar una voz, un suspiro, un ponerse nervioso... hace, inevitablemente, que se me ponga la piel de gallina, como si fuera la primera vez. Aquella vez en que me levanté y tenía un "buenos días" esperándome para alegrar mi mañana nada más que abriera lo ojos.

Como aquella otra en que, con mucha vergüenza, me cantaron una canción. Y parecía que lo estaban haciendo en mi oído, aunque la realidad es que esa bonita voz salía de una boca a kilómetros de distancia.

El pasado también hace que recuerde miradas. Una primera mirada entre la muchedumbre. Un primer hola y sus las primeras risas nerviosas que vinieron después. Los primeros juegos tontos y pellizcos que procedían de la inquietud del momento. 

Son tantos los bonitos recuerdos con los que nos quedamos que hace que los malos se me olviden y queden en un segundo plano.

Y sí, allí he vuelto hoy.

A recorrer el pasado en forma de audios y recuerdos.

Allí donde solíamos "gritar".







Siempre...




LdC*

sábado, 7 de mayo de 2016

Recordando...


"Hasta el último día de mi vida"


Palabras que vienen a la mente una y otra vez.




Sí, siempre...



LdC*

lunes, 2 de mayo de 2016


¿Qué buscas?






Siempre...?





LdC*

El equilibrio es imposible


Desde hace tiempo mi cabeza da vueltas. Y cuando una cabeza no para de pensar, al final puede enfermar.

Hace días decidí no empujar al tiempo, que éste es sabio y, al final, pondrá cada cosa en su lugar. Sin embargo día a día, mis actos confabulan para tratar de no olvidar ciertas historias que me hicieron feliz aunque también me dieron momentos de intranquilidad. Actos que que realizo de forma incondicional: llueva, truene, e incluso cuando sale el sol. 

Tiempo atrás hablaba de que esto hará que enloquezca, de que no es sano, no es bueno. Pero hace que sienta a las personas más cerca de mi. Que aunque estén lejos (y no sólo en la distancia sino también a nivel emocional) sienta que estamos mirando la misma luna y que el mismo sol, con el mismo cielo se levanta sobre nuestras cabezas cada día.

Pero soy consciente de que el vaso de esas personas rebosa. Que llega un momento en el que no pueden más y desean tirar todo a la papelera. Que, a pesar de sus esfuerzos, la vida toma rumbos que no les gustan pero que, aún así, asumen con la mejor de sus sonrisas.

Y yo mientras he dejado el tren pasar. Ese tren que recorrí cada noche tratando de conocer cada uno de sus rincones. Un tren que sé que perdí para siempre y, si no fue para siempre, perdí una parte muy importante. Perdí al hombre que le echa el carbón. Y todos sabemos que sin combustible un tren no puede caminar.



Siempre...



LdC*



sábado, 23 de abril de 2016

Reflexiones de sábado...


¿Cuántas veces es lícito decir que "es la última vez"? ¿Hasta cuando podemos aguantar situaciones complicadas y sin solución? ¿Cuál es la gota que colma nuestro vaso? ¿Por qué a veces traicionamos nuestros ideales? ¿Por qué cedemos en situaciones en las que no deberíamos hacerlo? ¿Por qué nos empeñamos en luchar por algo que lleva roto mucho tiempo? ¿Por qué intentamos confiar en aquellos que nos han traicionado? ¿Por qué intentamos evitar lo que nos hace felices? ¿Por qué nos da tanto miedo el cambio? 


Preguntas sin respuesta...




Siempre...



LdC*

sábado, 16 de abril de 2016

El dilema del laberinto


Entro, camino, giro a la izquierda, sigo recto. Ahora escojo la derecha, a la izquierda otra vez, recto y dos veces más a la izquierda. En un cruce, elijo seguir recto... 

Tomo caminos y direcciones al azar.  Me pierdo una y mil veces. No sé por donde seguir. He girado tantas veces que no sería capaz de volver al principio. Me agobio. Noto como que me falta el aire pero sigo caminando, cada vez más deprisa aunque sin tener muy claro qué busco o qué quiero encontrar. 

Parece que intuyo algo de luz. Trato de seguirla, cada vez está más cerca. Incluso parece que la brisa roza mi piel. Me imagino cómo se tiene que sentir alguien al salir de una prisión en la que lleva mucho tiempo encerrado, ese momento en el que vuelve a ver la luz y siente el aire por primera vez en años. 

Pero no. De nuevo tomo direcciones equivocadas. Giro a la derecha, recto, y dos veces más a la izquierda... 

Estoy en el principio. He vuelto al lugar de partida. He regresado al inicio así que tengo que volver a empezar. A tomar un camino, pensar en el otro. Tomar una decisión y meditar sobre si es o no la adecuada... Y, cuando vuelvo a percibir la luz y la brisa, corro tanto que al final vuelvo a la entrada.

Ese laberinto que antes era de cartón, se ha tornado irrompible, inquebrantable, infinito. Anteriormente pensaba que se podría romper, que era tan débil que sería capaz de hacer que cayera para ver el final con claridad. Ahora es tan rudo y fuerte que me siento atrapada, sin salida. Por más que giro y vuelvo a girar siempre aparezco en el mismo lugar, sintiendo y pensando lo mismo y sin ser capaz de resolver el acorde disonante.

Quizás no sea el laberinto, sino los ojos que lo miran.




Siempre...




LdC*


sábado, 9 de abril de 2016

¿Matar o morir lentamente?


Te levantas, vas al baño, desayunas, ducha, vístete, lávate los dientes, la cara... todos los días sigues una rutina. Cada paso está programado, cada día es similar al anterior. Pero cada día tiene algo diferente. Es un día nuevo, un día en el que las cosas pueden cambiar. Para mejor o para peor, pero pueden cambiar. Nada es fijo, nada es permanente, nada es perenne.

En esa rutina, en ese día tras día, paso tras paso, tomas decisiones porque sí, porque crees que son las más adecuadas y las más morales, sin pensar demasiado en las consecuencias. Y te das cuenta de que cada día caminas sobre un hilo muy fino, tratando de hacer equilibrios mientras todos a tu alrededor trata de tirar balones para que pierdas la poca estabilidad que tienes y desmoronar tu mundo.

Ese hilo está a punto de romperse y tú has intentado una y otra vez hacerlo más fuerte. Has intentado reforzarlo cuando estaba tan fino que incluso una pluma podría romperlo. Lo has atado hasta con doble nudo, tratando de olvidar que apenas podría sujetar una mota de polvo. 

Y un buen día se rompe. Mejor dicho, lo cortas. Ese día lo cortaste con unas tijeras a pesar de la angustia que sentías al hacerlo. Pero días después te dolió tanto cortar algo por lo que habías luchado tanto que intentaste recomponerlo, aunque después te dieras cuenta de que es cuestión de tiempo que caiga por su propio peso. 

Aquel día que lo volviste a atar, un amigo te dijo "¿sabes cual es la diferencia entre matar y morir lentamente? Que, a priori, matar parece más doloroso pero, a la larga, morir lentamente es mucho peor". 

Hoy entiendes que, quizás, no eres tu quien está matando ni dejando morir nada. A lo mejor quien lo hace es la persona que camina contigo en ese hilo. Que no hace los mismos malabares que tu para mantenerse arriba y que, además, te ha defraudado tantas veces que se te hace imposible llevar la cuenta. 

Hoy comprendes que morís lentamente.




Siempre...





LdC*


lunes, 4 de abril de 2016

viernes, 1 de abril de 2016

Destino


He decidido caminar. 

Hace tiempo decidí caminar, caminar por el sendero que elegí e intentar no mirar atrás. No machacarme por lo hecho y por lo no hecho porque eso sólo sería tener la cabeza en el pasado mientras el presente discurre a mi alrededor sin yo apenas apreciarlo.

He decido no presionar al tiempo porque, dicen, que es muy sabio y acaba poniendo cada cosa en su lugar. Que al final "todo se resolverá".

No creo en el destino, pero estoy muy segura de que hay cosas que han de ocurrir y, si es así (estoy segura de que así será), llegarán. Por lo que no voy a preocuparme más de la cuenta y trataré de mantenerlo (-te) en mente en cada paso que doy, sin dejar nunca de disfrutar de las vistas que me regala el recorrido.

Quizás cuando decida que ya es hora de torcer, que mi sendero se ha acabado y tengo que comenzar a recorrer otro; el camino de aquellos con los que me quiera encontrar haya tomado otro rumbo o que, simplemente, ese no sea el momento para ellos. Es un riesgo que debo asumir y lo asumiré con todas las consecuencias. Porque quizás sea demasiado tarde. Pero lucharé, y lo haré con todas mis fuerzas.

Pero es que para cerrar una puerta uno debe estar totalmente decidido a hacerlo, tiene que estar completamente seguro de que eso debe ser así, ha de buscar la llave adecuada para poder meterla en la cerradura y no tener la necesidad de volver a abrirla.

Y después, sólo después, ser capaz de buscar una nueva llave, una que en realidad no es nueva, que ya tiene en su llavero, que la ha tenido durante todo este tiempo pero que ha esperado a que llegase el momento oportuno para poder utilizarla. 

Esa "nueva" cerradura puede estar oxidada, que la llave ya no valga. 

Pero no importa porque "hasta que no pone fin no acaba la película".



Siempre...



LdC*




miércoles, 30 de marzo de 2016

Pepito Grillo


"Eres libre de tomar tus decisiones pero también prisionero de las consecuencias"

El ser humano es libre, es una característica que nos define (obviemos las diferencias sociales y culturales, pensemos en el ideal que nos han vendido de la persona). Podemos hacer lo que queramos en cada momento. Eso sí, tenemos que actuar en consecuencia. Cada uno de nuestros actos va a repercutir de una u otra forma en nuestro mundo, en las relaciones sociales con los demás y, en muchos casos, va a cambiar totalmente nuestra vida. Puede ser un cambio de 365º, para bien o para mal.

En la mayoría de ocasiones, es la moral la que nos frena. Ese Pepito Grillo que siempre tienes encima del hombro diciéndote "esto está bien, esto está mal", como una maldita mosca cojonera que te está zumbando en la oreja toda una calurosa tarde de verano.

Pero claro, llega el momento y haces caso a la conciencia y no sigues a tu corazón. 

Son esos momentos en los que tomas decisiones que, lejos de dañar al resto de la humanidad, te dañan a ti mismo. 

Y, no nos engañemos, en este caso te haces daño, pero en el contrario Pepito volvería a darte la tabarra para recordarte día tras día que lo que has hecho no es moral, que tus valores no son esos y que así no es como debes actuar.

Está claro que tomamos caminos que decepcionan a personas que son importantes para nosotros, personas que pensaban que eras de una forma y se dan cuenta de que eres de otra, o de que has cometido un gran error (afortunadamente, hay personas que saben perdonar); en definitiva, recorrer esos senderos hacen que decepciones a aquellos que daban mucho más por ti de lo que nunca hubieras imaginado.

El problema ya existe. Pero ese problema se hace mucho mayor cuando eres tú mismo el decepcionado. Decepcionado contigo mismo, con tus actos. No eres capaz de perdonarte a ti. 

¿Qué pasa entonces? 



Siempre...



LdC*





martes, 29 de marzo de 2016

Lo que hubiera sido


Imaginemos que nada de esto pasó. 

Pensemos que nunca te dije que iba a tu ciudad y que tú nunca decidiste verme. Supongamos que jamás tuvimos todas aquellas sensaciones que luego nos han vuelto locos. Que no empezamos a hablar como si la vida nos fuera en ello, que no teníamos la necesidad de saber del otro en cada momento.

Imaginemos que nunca nos hicimos reír, que no pasamos todos aquellos ratos frente a la pantalla, que todos esos buenos momentos no existieron. Que no hubo noches sin dormir, y que no tuviste que aguantar cada día que yo me sentía mal por todo lo que estaba pasando.

Pensemos que no tuve que alejarte de mi, que no mirábamos el móvil ni colgábamos canciones para estar más cerca del otro. 

Supongamos que nunca volvimos a engancharnos, que no tomé todas aquellas decisiones que hicieron que te alejara aún más de mi. Que aún así, no seguimos echándonos en falta.

Consideremos no haber vuelto una y otra vez a lo mismo, no haber "pasado el año juntos", ni habernos dicho tantas, tantísimas cosas. Pensemos que no, que jamás se nos escapó un "te quiero".

Supongamos que no te hice daño. Que ninguna de las veces te hice daño, que no te defraudé. 

Pensemos, también, que yo no me hice daño a mi misma. Que no me defraudé.

Imaginemos que todo haya sido un sueño.

De verdad, ¿no crees que serías más feliz?



Siempre...



LdC*



domingo, 27 de marzo de 2016

Hoy

Hoy el día está nublado. Y no precisamente porque no haya salido el sol. La ventana deja pasar unos rayos que iluminan la habitación.

Sin embargo, la habitación está oscura. El mundo está oscuro. Y todo se viene abajo.

No hay sensación peor que esta. Sentir oscuridad y no poder ver toda la luz que otros ojos ven. 

Días de inquietud que han desencadenado en el más profundo dolor. 

Sentir que el corazón se sale del pecho. Cada bocanada de aire es un gran suspiro.

Dolor.

Dolor por tomar malas decisiones.

Dolor porque sé que te perdí para siempre.

Siempre...

Me considero una persona empática. Simplemente creo que soy capaz de ponerme en el lugar del otro, empaparme de su mundo para tratar de comprenderlo y entender cada uno de sus actos.

Caminar con los zapatos del otro es mirar el mundo a través de sus ojos, a través de la mirilla de su puerta y visualizar cada detalle desde un agujero más o menos estrecho.

Hoy lo hago. Y hoy, hacerlo, me causa mucho dolor. Que sienta todo lo que hice como si hubiera sido yo la que se sintió defraudada. Y no lo neguemos, defraudar a alguien es una de cosas más difíciles de solucionar. "Con lo fácil que hubiera sido hacerlo bien esta vez".

Hoy me pongo, más que nunca, los zapatos de otra persona. Para compartir su dolor. Para que sepa que lo hice mal. Para que comprenda que, de verdad, sé lo que siente. Porque, como ya he dicho otras veces, mis decisiones no son siempre las correctas...



"¿Por qué haces esto?, ¿por qué coges esos caminos?, ¿por qué tomas decisiones sin apenas pensar?, ¿crees que esto es un juego?, ¿piensas que para mi no es doloroso?, ¿que sólo tu sufres?...

Tus actos hacen que piense que todo lo que has dicho, que cada una de tus palabras era falsa; que  todo por lo que tanto he luchado hasta ahora, no valió la pena. Siento que quizás no eres la persona que pensaba que eras...

Creo que no eres capaz de valorar todo lo que hago por ti, que tienes miedo. Deberías ser más valiente. Confiar mucho más en ti. Y, como no, en mí. Pensaba que eras una mujer más arriesgada, que no tomabas las decisiones a la ligera.

Y sin embargo, sigo sin poder olvidarte, sin poder darte una patada para que salgas de mi vida. Sin embargo, sigo intentado que no te machaques, que no sientas más dolor. Porque sé que te machacas. Porque, aunque no lo creas, sé que te sientes mal. Haces lo que haces... ya está. Aunque, sinceramente (sinceramenge), es posible que con el tiempo logre olvidarte. Al menos tras esto. Esto ha sido demasiado para mi.

Con lo fácil que hubiera sido hacerlo bien, era muy fácil. ¡Joder! ¡Me tuviste delante! Solamente te pedí una noche más, ¡una! y no fuiste capaz de concederme más que un rato. Un rato. Yo fui. Me tenías ahí. Delante...

Tienes miedo. Tienes mucho miedo y aún no sé exactamente (exactamenge) de qué.

La vida son decisiones, si, Y tú las tomas sin pensar. Tuviste una oportunidad de oro para demostrarme tanto... y ahora te arrepientes. Ahora es tarde.

Esta vez solamente (solamenge) pensaste en ti. Nada más que en ti. En tu seguridad. En mantenerte a salvo y esconderte.

¿Acaso no confías en mí?, ¿no sabes que no haría nada que pudiera hacerte daño?, ¿no te das cuenta?, ¿crees, de verdad, que te hubiera puesto entre la espada y la pared?, ¿de verdad?.

Con lo fácil que hubiera sido..."




Caminar con los zapatos del otro. A veces muy duro. Pero necesario.




Siempre...




LdC*



lunes, 21 de marzo de 2016

Caprichos

Me encanta darme caprichos.

Me fascina ir de compras sin detenerme en el precio de las cosas. Me entusiasman los viajes y disfrutar de cada una de las experiencias que nos guardan los rincones que podemos encontrar, descubrir detalles, maravillarme con las sorpresas, con todo lo que no está escrito en el guión. Me dejo seducir por las sensaciones de una ducha caliente, quedarme bajo el agua durante minutos, darme un baño mientras me relajo dejando mi mente en blanco imaginando escenas que hacen que los escalofríos recorran todo mi cuerpo...

Hay millones de cosas, pequeñas cosas, incluso a veces simplemente son pensamientos, que hacen que seamos un poquito más felices. Aunque sólo sea por un momento.

Ayer fue uno de esos días.

Ayer me di un pequeño capricho. Ayer pasé parte del día disfrutando de la mejor "compañía" que se puede tener. Pude mostrarme, una vez más, tal cual soy: sin trampas, sin filtros, sin tabús. Dejar salir cada uno de mis sentimientos, sea cual sea. Pude, otra vez, dibujarme en un lienzo en blanco y elegir cada color en cada preciso momento; sin pensar en cuál quedaría más bonito o cuál combina mejor con el anterior. Pude, simplemente, dejarme llevar. 

No hay nada mejor que eso: dejarse llevar. A sabiendas de que nada va a ocurrir, de que no serás juzgada, de que nada va a cambiar. A sabiendas de que, pase lo que pase, vas a recibir un apoyo incondicional. Un apoyo que, quizás, no mereces. Sabiendo que cada palabra enlaza perfectamente con la siguiente y con la anterior, como si se tratara de ir encajando piezas de un puzle correctamente diseñado.

Me encanta esa sensación. 





Siempre...




LdC*


martes, 15 de marzo de 2016

No hay camino fácil

Antes de que llegaras apenas miraba el móvil al despertar, no estaba pendiente de "horas de conexión", no me quedaba anonadada mirando un " online" pensando que tendrías el móvil de la mano a la vez que yo.

Antes de que llegaras no se de qué color era mi mundo pero, desde luego, ahora es de otro color.

Antes de que llegaras no me pasaba las noches en vela cuando tenía noticias tuyas, no me daba un vuelco el corazón cuando veía uno de tus mensajes, ni me estremecía pensando en un reencuentro.

Antes de que llegaras vivía de forma diferente, pasando la vida con alguien que creía que sería para siempre. Ahora, simplemente, dudo de todo lo que tengo.

Antes de que llegaras, tenía claro mi futuro, todo lo que quería, mis metas, sueños... Ahora todo ha cambiado.

Antes de que llegaras no me volvía loca pensando qué hacer. No me imaginaba de forma diferente.

Antes de que llegaras mi mundo estaba más o menos amueblado, tu lo has puesto patas arriba.

Antes de que llegaras... 

Antes de que llegaras quizás no sabía lo que era amar irracionalmente, perder los papeles por algo que, teóricamente, no tiene sentido.

Antes de que llegaras no sufría tanto. Porque "no hay camino fácil" y "cualquier decisión va a hacer que alguien sufra". Y, ¿sabes? Yo sufro siempre.

No, no hay camino fácil.

Pero... ¿Qué quiero?

Ni si quiera yo lo tengo claro.





Siempre...



LdC

miércoles, 9 de marzo de 2016

lunes, 7 de marzo de 2016

Señales

¿Crees en Dios? ¿Crees en el destino? ¿Piensas que las cosas están predestinadas a pasar? ¿que estás recorriendo un camino especialmente diseñado para ti? ¿que ese camino está escrito incluso antes de empezar a recorrerlo?

Sinceramente, pensando de una manera racional, nunca he creído en el destino. Pensar que nuestro futuro está escrito pase lo que pase y que no podemos cambiarlo es algo que no me acaba de convencer. Sin embargo, es cierto que en infinitud de ocasiones se dan momentos en los que parece que lo que ocurre está diseñado para que así sea, de esa justa manera y no de otra. De repente, en el momento menos indicado pero en el instante más oportuno, algo ocurre que cambia tu mundo, y ese "algo" parece estar escrito en un libro como si alguien escribiera a su antojo cada historia que vivirás, cada paso que das.

Pero si esto es así, si existe ese sendero, ese mágico escritor que juega con tu futuro escribiendo y borrando cada día... ¿por qué no puede mandar una señal? algo para que puedas estar tranquilo cada vez que das un paso; algo para saber que al final todo se resolverá, que el tiempo pone cada cosa en su lugar y hace que las fichas que movemos puedan llegar a casa a salvo; algo para ser capaz de romper con tu mundo porque ese "algo" que llegó por casualidad le ha dado un vuelco y lo ha puesto patas arriba; algo para no sentir dolor ni tampoco culpa; o incluso algo que te muestre que lo que estás haciendo es lo correcto, que no deberías cambiar nada.

Una señal.

Pero no una tormenta, ni una aparición. Una señal real. Para dejar la mente tranquila. Para poder seguir adelante.

Una señal real.



Siempre...



LdC*

sábado, 27 de febrero de 2016

Trenes que se pierden

¡Qué bien se va en tren! podemos levantarnos, ir al baño, vamos mirando el paisaje, incluso ahora en algunos hay wifi... Ves como la gente viene y va, pasajeros que suben y bajan. Pero tú sigues en el tuyo. Porque es cómodo, estable y da mucha seguridad.

De repente un día decides bajar, pero sólo para ver una de esas estaciones donde hace una pequeña parada, la idea es volver a montar en tu tren para seguir con el viaje. Ya sabéis, es seguro hacerlo así. Pero esa estación es llamativa, nunca habías visto una igual porque tiene infinitud de trenes. 

De repente, uno de esos trenes te llama la atención. Nunca había visto uno igual. Aunque no olvidemos que a ti te encanta tu tren, en el que has pasado tantísimas horas, días, años... viajando y viajando aunque aún no ha habido un destino fijo. Pero ese tren... ese tren es diferente. 

Entras, lo miras, vagas por él buscando en cada rincón. Quieres dejar algún tipo de huella para que se sepa que tú has estado allí. Y las dejas. Vaya si las dejas! 

Esa pequeña parada en la estación se hace mucho más larga. Vuelves a tu tren, pero también te pierdes por el otro. En realidad no llegas a hacer ningún cambio demasiado relevante. No es que rompas nada, o te lleves algo, no. Simplemente allí pasas buenos ratos, conoces gente agradable con quien puedes charlar. Te pierdes en conversaciones interminables que serían más largas si el día tuviese más horas. Y eres libre, libre de decir o hacer lo que sientes en cada momento porque sabes que nadie te va a juzgar. 

Sientes que, quizás, sea en ese tren en el que deberías viajar a partir de ahora. 

Pero vuelves al tuyo. Sin parar de pensar ese tren tan diferente.

Pero sigues en el tuyo. Por que es más seguro y porque, a pesar de todo, quieres estar en él.

Sin embargo cuando estás sentada, y sigues con tu viaje, de vez en cuando ves al otro tren cruzarse con el tuyo. Y te das cuenta de que nunca dejarás de pensar en lo que hubiera sido viajar en él... te das cuenta, una vez más, de que no quieres olvidar todos los momentos allí vividos. Te das cuenta, otra vez, de que siempre estará a tu lado, aunque esté lejos. Siempre.

Y un día, un día cualquiera, en una de esas paradas, coincides con él otra vez. Ves como otra persona lo está recorriendo, deteniéndose en cada detalle, adentrándose en las partes más ocultas. Y entiendes que alguien lo ha cogido, que ahora será quien viaje en el... y te da un vuelco el corazón, te entristeces. Pero entiendes que cada uno debe seguir por su vía aunque duela. Entiendes que has perdido ese tren, que se fue.

Y te lamentas, Te lamentas por no haber sido capaz. Por no haber tenido valentía. Por ser cómoda y viajar en el tren seguro.

Pero, ¿qué querías? aquel tren no iba a estar siempre ahí para que un día (el que tu quisieras) decidieras cogerlo. Ese tren tenía que buscar a alguien que pudiera conducirlo para, así, no estar a la deriva.

En cambio, si un día decides bajar del tuyo, sabes (y lo sabes muy bien) que intentarás coger ese.  Ese precisamente y no otro. Porque no lo olvidas. No lo olvidarás nunca. Es para toda la vida.



Siempre...



LdC*


sábado, 20 de febrero de 2016

La frontera entre siempre o jamás

Hay momentos en la vida en los que las decisiones que tomamos son muy importantes. Tanto que muchas veces no podemos dar la vuelta. Llegamos a una especie de "punto de no retorno" donde sabemos que hemos dejado escapar un tren que ya nunca más va a volver a pasar, o que seguir hacia adelante es seguir hacia un abismo del que es muy difícil escapar; de hecho no sabemos si esa oscuridad a la que nos enfrentamos, alguna vez podrá tornarse en paisajes apacibles.

La pregunta es, ¿en qué momento cruzamos esa línea? ¿qué nos hace decidir si seguir con lo anterior, romper o lanzarse? ¿por qué tenemos que decidir eso? ¿por qué no dejar que el tiempo decida por nosotros?

Son situaciones que cambiarán nuestra vida. Depende de la decisión que tomemos nuestra vida será de una forma u otra. Como dice la canción, "la frontera entre siempre o jamás". Una línea invisible. En un preciso instante podemos echar a una persona de nuestra vida para siempre, o decidir caminar de su mano y compartir con ella cada rincón de nuestro mundo. Ese preciso instante es esa frontera. Una línea que puede estar atormentándonos para siempre. 

Hay líneas, fronteras, decisiones que van a estar atormentándonos el resto de la vida. Personalmente, nunca sabré si habré tomado las decisiones correctas. Quizás el miedo me ha hecho recular en algunos momentos y no ser lo suficientemente fuerte como para afrontar una nueva vida y quedarme con lo que tengo ¿es más fácil así? no lo sé, pero da miedo sufrir. Da miedo hacer daño a gente a la que quieres. Da miedo y se sufre. 

Dicen que el tiempo pone todo en su lugar. Esperemos que eso sea así, y el tiempo al final sea quien nos enseñe el camino hacia la felicidad plena.





Siempre...



LdC*

sábado, 13 de febrero de 2016

Laberinto de cartón o cruce de caminos

Un laberinto de cartón es como un cruce de caminos. Un cruce de caminos en el que has de elegir qué dirección tomar, a sabiendas de que puede no ser la elección más correcta.
A veces tomamos una u otra dirección por miedo, otras veces porque nos lo dicta el corazón y otras muchas porque es la dirección correcta, o al menos así nos lo han hecho entender.
Pero, ¿qué pasa si al tomar uno de esos caminos somos capaces de desviarnos un poco?, ¿qué pasa si, al torcer a la izquierda en el laberinto, logramos desestabilizarlo hasta que cae? ¿qué ocurre cuando no estamos seguros de haber tomado el camino correcto? ¿por qué no podemos dar marcha atrás? o, mucho mejor, ¿empapar las paredes del laberinto para poder ver el horizonte con más claridad?
Un gran amigo me dijo que la vida son decisiones. Decisiones que tomamos en instantes concretos; pequeños momentos que marcarán el rumbo de lo que somos y seremos. También me dijo que a veces esas decisiones no son las mejores, pero que tenemos que arriesgarnos a tomarlas para saber que a menudo se pierde, pero que también a veces se gana. Él lo llamaba "la salsa de la vida".
Este blog nace de la incapacidad de tomar decisiones en un momento de la vida, del dolor, del miedo a perder pero también del miedo a ganar. Nace como respuesta a las ansias de compartir pensamientos y emociones; como medio terapéutico para dejar plasmado lo que el corazón siente y no es capaz de decir con los labios.

Siempre...

LdC*